"Quiero escuchar, dialogar, tender la mano para crear comunión"

- Monseñor Bartolomé

Curia Diócesana de Alajuela

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Nuestra Patrona

Entre las memorias litúrgicas marianas cuya “tradición se pierde en el tiempo”, por lo que se debe de distinguir entre leyenda piadosa e historia, se encuentra la de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, patrona de España, y de la Diócesis de Alajuela. Toda la tradición, sobre esta devoción, arranca de unos documentos del siglo XI, hoy discutidos, y que se conservan en la misma Catedral de Zaragoza. Esos escritos hablan de la aparición que la Virgen, sobre un pilar de mármol, realizara al apóstol Santiago el Mayor, y a 8 discípulos suyos, en el Siglo I, a orillas del río Ebro, mientras evangelizaba en Zaragoza, luego de la Ascensión del Señor en Jerusalén, y mientras la virgen todavía vivía. Ahí ella pidió que le construyeran un templo. En los últimos siglos se le ha considerado a este hecho de fe y de religiosidad popular “una antigua y piadosa creencia”.

No va a ser hasta en el Siglo XVIII cuando el Papa Clemente XII (1730- 1740) señalará el día 12 de octubre, como la fecha definitiva para esta festividad mariana particular, en el calendario litúrgico propio para España.

En lo que respecta al patronazgo propiamente de la Virgen del Pilar sobre la ciudad y la Diócesis de Alajuela, este es relativamente reciente, data del año 1932. Anteriormente el patrono era San Juan Nepomuceno que se había puesto ya a la al templo construido en Alajuela antecedente de la catedral actual.

Fue el primer obispo diocesano, Mons. Monestel, el que un día 2 de agosto, del año 1932, declaraba el patronazgo de la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora del Pilar, como patrona de la ciudad y de la diócesis, sustituyendo así el patronazgo de San Juan Nepomuceno que venía desde el año 1790, el cual pasó a ser II patrono de la ciudad de Alajuela.

El 12 de octubre, del mismo año, Monseñor Monestel bendecía y colocaba la primera imagen, de la Virgen del Pilar, en la Catedral.

Se podría concluir afirmando que, quizás, entre otras razones que pudo haber tenido Monseñor Monestel, para el cambio del patronazgo, estarían las siguientes:
– Fue un día 12 de octubre de 1782 que se bendice el primer Oratorio, por parte de Monseñor Tristán.
– Fue un día 12 de octubre de 1790 que se erige la parroquia y se bendice el primer templo parroquial, por parte del primer párroco, el padre López del Corral.
– Fue un día 12 de octubre de 1492 que ocurre, al menos oficialmente, el descubrimiento de América por parte del pueblo español, devoto de la Virgen bajo la advocación del Pilar.
-Es el 12 de octubre el día que litúrgicamente se celebra la fiesta de “la Pilarica”, patrona del pueblo español, a partir del s. XVIII.
-Una quinta razón podría ser la simpatía que por tanto tiempo existió hacia el pueblo, la cultura y la religiosidad española, por parte del pueblo.
-Y una última razón es la devoción, no solo del Señor Obispo, sino del pueblo católico costarricense, a la Virgen María, Madre de Dios; devoción mucho más conocida, popular y arraigada que la devoción al presbítero y mártir San Juan Nepomuceno, un tanto desconocida, aunque en Alajuela fue popular por alrededor de 142 años (1790-1932).

PARA CONOCER MÁS…

Antes de 1932 en que se declaró el patronazgo de la Virgen del Pilar, el patróno de Alajuela era San Juan Nepomuceno. Veamos cómo llegó a serlo.

Los primeros testimonios escritos que dan razón del poblado de La Lajuela, según los Protocolos de Cartago, datan del año 1657. Los pocos y empobrecidos habitantes de esta zona se dirigían, en el año de 1777, a la Real Audiencia de Guatemala, para solicitarle la autorización necesaria que les permitiera establecer ahí un “Oratorio”, y así no tener que viajar hasta Villa Vieja (Heredia) o a San José de la Boca del Monte, para sus deberes religiosos.

Esta petición no se concretizará hasta 5 años después, cuando un 18 de setiembre de 1782, el entonces cura párroco de Villa Vieja, don Juan Manuel López del Corral, valiéndose de la presencia, en Cartago, de Monseñor Esteban Lorenzo de Tristán y Esmenola, le solicita establecer un Oratorio en el Barrio de La Lajuela, que también sirviera a los vecinos de Púas, Ciruelas, Targuas y Río Grande; y fue así que para el día 12 de octubre, del mismo año, encontrándose Mons. Tristán y el Padre del Corral en La Lajuela, bendijeron el primer Oratorio. El mismo Obispo donó dinero para que se comprara un terreno adecuado donde se construiría un templo y un cementerio, compra que se logró concretar el día 19 de octubre, del mismo año, por el valor de 62 pesos.

Ya para el año de 1786, los vecinos, de los cinco barrios antes mencionados, iniciaban los preparativos para la construcción, que quedó concluida un día 12 de octubre de 1790, cuando el Padre del Corral fundaba la parroquia y bendecía el primer y humildísimo “templo parroquial”, dedicado al patronazgo del presbítero y mártir del sigilo sacramental, San Juan Nepomuceno (1345?-1393), canónigo y confesor de la reina en lo que hoy se conoce como la República Checa.

Este “templo parroquial” fue totalmente reconstruido entre los años de 1854-1863, bajo el episcopado del primer obispo de Costa Rica, Monseñor Anselmo Llorente y Lafuente (1850- 1871). El día 23 de abril de 1891, se declaraba “Basílica” al templo parroquial alajuelense, siempre bajo el patronazgo de San Juan Nepomuceno, cuya memoria litúrgica se ha celebrado el día 16 de mayo.

Este templo parroquial, a partir del día 16 de febrero de 1921, mediante la Bula “Praedecessorum nostrorum” del Papa Benedicto XV, alcanza el rango de “Catedral”, siempre bajo el patronazgo de San Juan Nepomuceno, cuando Alajuela es constituida en diócesis y se le nombra su primer obispo residente, Monseñor Antonio del Carmen Monestel y Zamora (1921-1937).