Mons. BartoloméBuigues Oller

VII Obispo Diocesano.
(Desde el 26 de mayo del 2018)

Nació el 7 de marzo de 1963 en Teulada – Alicante – España, del matrimonio conformado por don Bartolomé Buigues Vallés, ya fallecido, y doña María Oller Llobell. Tiene una sola hermana María Rosa, dos años menor.

Realizó estudios primarios en la escuela de su pueblo. Los estudios secundarios los realizó en el Seminario menor de los Religiosos Terciarios Capuchinos de Godella, Valencia, España. Profesó en esa congregación el 15 de septiembre de 1982. Realizó estudios de filosofía y teología en Valencia junto con su labor de educador en un centro de rehabilitación de menores infractores a la ley y la animación parroquial. Fue ordenado presbítero el 22 de abril de 1989. Compatibiliza los estudios de Licenciatura en Teología Práctica con la de vicario parroquial en Madrid.

Llegó a Costa Rica el 7 de septiembre de 1992 para encargarse de la formación de jóvenes para la vida religiosa en su congregación en las etapas de postulantado y noviciado. En el año 2000 es trasladado a Santa Cruz, Bolivia donde se desempeña como promotor vocacional y animador de la pastoral en un centro para menores en situación de riesgo social. En el 2004 pasa a República Dominicana donde es director de un gran centro de protección de menores y con programas académicos. Realiza en ese país un Postgrado en Gestión de Centros Educativos.

En el 2007 es nombrado consejero general de su Congregación establece su residencia en Roma. Anima especialmente la participación de los laicos en el carisma Amigoniano, la pastoral juvenil-vocacional y la pastoral en los centros de menores de la congregación. En Roma realiza a distancia estudios de licenciatura en antropología social y cultural.

Regresa a Costa Rica en el 2010 con el cargo de Superior Provincial de su congregación. Continúa como consejero provincial, cargo que ha asumido anteriormente en varias ocasiones, y retoma la formación de novicios. Es elegido vicepresidente y presidente de la Conferencia de Religiosos CONFRECOR.

Su nombramiento como VII Obispo de Alajuela se dio a conocer el 1 de marzo 2018. Recibió la Ordenación Episcopal de manos de su antecesor, Mons. Ángel SanCasimiro Fernández, OAR el 26 de mayo del 2018, día de San Felipe Neri y ese mismo día tomó posesión de su Cátedra en Alajuela.
A finales del 2018 promovió la redacción de los Criterios del Reino en nuestra Iglesia diocesana y reestructuró las vicarías foráneas. En el 2019 promulgó el Ordenamiento Económico Diocesano y comenzó su primera visita pastoral a la Diócesis. En el 2020 creó la comisión para la preparación del Centenario y promulgó el Estatuto de Curia Diocesana. En la Solemnidad de Pentecostés del 2021, promulgó su primera carta pastoral “Que todos sean uno para que el mundo crea” y convocó a un proceso de Discernimiento Diocesano que culminó con la Asamblea Diocesana. La síntesis de los aportes recibidos en este proceso está guiando ahora el caminar pastoral de la Diócesis.
En la Conferencia Episcopal se encarga de la animación de la vida consagrada, de educación y cultura, bioética, ecumenismo. Ha sido elegido secretario de la conferencia para este trienio 2023-2026.

PARA SABER MÁS…

Explicación del Escudo

Además de los atributos episcopales, el capelo verde de seis borlas en tres órdenes, y la cruz dorada episcopal, podemos ver en el escudo cinco signos:

  • Emblema franciscano, en la parte de arriba, que expresa la centralidad de la redención de Cristo, con la cruz en el centro y el brazo desnudo llagado, y la colaboración en la redención de San Francisco, expresada en el brazo con el hábito franciscano. Invita a colaborar en la redención de Cristo, expresión cumbre de la misericordia de Dios.
  • Imagen del Buen Pastor con la oveja en el hombro, que expresa la ternura y misericordia de Cristo que conoce a sus ovejas, las llama por su nombre, va delante de ellas con el ejemplo, busca a las que se pierden y da la vida por todas.
    Son las actitudes del que se siente llamado a continuar el pastoreo misericordioso de Cristo, en particular, como sugiere la imagen al cargar una sola oveja, de forma personalizada y con predilección por las ovejas que se pierden, los que están alejados del Señor, para llevarlos a la plenitud de su amor que transforma.
  • Imagen del corazón con las siete espadas, que hace referencia a María, nuestra Madre Dolorosa, en su misterio de colaborar en la redención de Cristo, compartiendo su amor y su dolor para llevar hacia Él a los extraviados.
  • Los nudos típicos del cordón franciscano, que hacen referencia a la consagración religiosa desde la vivencia de los votos de pobreza, castidad y obediencia, expresando la pasión de Jesús por el Reino que lo llevó a estas mismas opciones.
  • La antorcha hace referencia, por una parte, a la gesta de Juan Santamaría que está presente en el escudo de la municipalidad y la provincia de Alajuela, es referencia, por tanto, de la diócesis que se acompaña pastoralmente y expresa valores como los altos ideales, el heroísmo, la entrega. Por otra parte, hace referencia al fuego de la fe que debe prender en el mundo según Lc 12,49-53, al anuncio del Evangelio, a la necesidad de evangelizar para que no falte al mundo la calidez del amor que le de vida.
  • En cuanto a los colores, el azul tiene una significación relativa al cielo y la eternidad. El rojo tiene que ver con la Pasión de Nuestro Señor, con su misericordia, con la redención, con el perdón, con el martirio. Presente también el blanco, son también, con variantes en los matices, los colores de la bandera de Costa Rica.
  • Por lema: DOY MI VIDA POR LAS OVEJAS. El lema es el mismo que eligió para su escudo episcopal el Venerable Fray Luis Amigó Ferrer.

Escudo elaborado por el Lic. Jorge Hernández Sánchez, Licenciado en Derecho, Master en Derecho Nobiliario y Premial, Heráldica y Genealogía por la UNED

Mensaje de Mons. Bartolomé Buigues Oller, TC en su Ordenación Episcopal

Tus acciones Señor son mi alegría y mi júbilo las obras de tus manos. Qué magníficas son tus obras Señor, ¡qué profundos tus designios! Cuando contemplo la historia de mi vida veo patente la intervención de Dios que desde antes de nacer ya me había llamado, que me guía según sus designios amorosos y me pide una participación especial en su plan de salvación. No siempre he comprendido su actuación, pero Él me ha dado la gracia de permanecer atento y de estar disponible. Cuán profundos han sido sus designios al llamarme ahora al episcopado. En el ámbito de su gracia, como María, me abandono en sus manos y reboso de sentimientos de alegría y agradecimiento.

Algunos de los cantos de esta celebración, compuestos por mí, expresan bien mi experiencia vocacional. He sentido que el Señor ha caminado siempre conmigo. Un día entró en mi vida y me habló al corazón, algo especial de mí quería. Me cautivó con su voz, con su mirada. Me amó sin medida y me eligió. Ya del todo inmerso en la corriente de su amor, nunca más me pude resistir. Me pide darme por completo, y no sé si podré corresponderle, más por Él suspira ya todo mi ser. El Señor, los hermanos, la fraternidad, y los pobres, los muchachos sin amor, sin esperanza, que, con su rebeldía, piden hoy que haya hombres que se entreguen por amor. En definitiva, el Señor se empeñó dulcemente, en hacer, que diera un sí a su proyecto de amor, que le entregara mi corazón para que Él lo preparara para amar. Sostiene ahora mi camino, por siempre Él es fiel, con él voy seguro y a nada he de temer, en sus manos yo me confío.

Cristo, Buen Pastor, me ha consagrado a Él como Zagal de su rebaño, testigo de su amor, signo de misericordia, para los que están como ovejas sin pastor. Y ello, a través del Carisma que nos transmitió el P. Luis Amigó con estas palabras: “Ustedes, mis amados hijos e hijas, a quienes Él ha constituido zagales de su rebaño, son los que ha¬n de ir en pos de la oveja descarriada hasta devolverla al apris¬co del Buen Pastor. Y no teman perecer en los despeñaderos y precipicios en que muchas veces se habrá de poner para salvar la oveja perdida”. Invitado a ser apasionado de amor, sencillo y fraterno, mensajero de paz, como Francisco de Asís. Soy parte de una Congregación, de una Familia convocada en torno a este Carisma para colaborar de forma especial en la Redención de Cristo. Cuanto agradezco las muestras de cariño de ésta, mi familia, particularmente en este tiempo. En verdad me han hecho sentir el regalo de la fraternidad.

En su misericordia, se dignó también llamarme al ministerio presbiteral, que cobra una dimensión especial vivido en el Carisma Amigoniano: sentirse configurado con Cristo Buen Pastor que ha venido a buscar y salvar lo que está perdido, porque sabe que hay más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesitan conversión. Ministro de la Palabra que transforma e ilumina la vida de los que están desorientados. Ministro de los sacramentos que envuelven en la misericordia de Dios para que no vivamos con menos de la dignidad que nos corresponde como a sus hijos.

Me permite ahora, en su abismo de gracia, participar de la plenitud de su sacerdocio en el ministerio episcopal. Siento que me lava los pies para que haga de mi vida, unida a la suya, un proyecto de servicio. Que me invita a cargar con su cruz para que esté radicalmente entregado como Él y así, haciéndome todo para todos, ganar a los alejados y perdidos. Es lo que expresa mi lema episcopal, que he tomado de mi P. Fundador, Luis Amigó, modelo para mí, también, en este ministerio episcopal, Doy mi vida por las ovejas.

Pero todo esto no puedo vivirlo ahora sino encarnado en esta querida porción de su Iglesia, la diócesis de Alajuela, que me confía el Señor. Es, por tanto, ya, el ámbito para crecer en la fe y en mi vocación, la familia en donde vivir la comunión que origina el Señor, el campo amplio de mies que espera ser cultivada para dar fruto según el Reino, frutos de justicia y paz que anuncien que una sociedad nueva es posible, por la acción de Dios, según el Evangelio.

Vengo a esta diócesis para caminar con ustedes y buscar el designio de Dios, favoreciendo su acción en medio de nosotros. Quiero escuchar, dialogar, tender la mano para crear comunión, apoyarnos en la vivencia de nuestra hermosa vocación cristiana. Para ponernos en camino de misión, como nos pide el Señor y la Iglesia, danto testimonio de nuestra fe y anunciando la salvación que el Padre nos ofrece en Cristo. En definitiva, para estimularnos a ser santos, como nos ha recordado hace poco el Papa Francisco.

Por ello, lo primero será conocernos y conocer en profundidad la diócesis. Conocer y estar cercano a los sacerdotes, que son mis primeros colaboradores, a los que cito ya para un primer encuentro personal. Tomar contacto con las distintas comisiones de trabajo en la diócesis y empaparme bien de sus documentos programáticos, con las parroquias y sus consejos pastorales, conocer sus ilusiones, esperanzas y dificultades. Ya he tomado los primeros contactos y tengo que agradecer profundamente la acogida cálida y la ayuda incondicional que me ha dado mi hermano Mons. Ángel San Casimiro, el testimonio de Mons. Barquero, la cercanía de mis hermanos sacerdotes y de las comunidades parroquiales que he visitado, tantos que se han comunicado conmigo por medio de las redes sociales. Mis hermanos de la conferencia episcopal, aquí presentes, me han expresado su cercanía y me han abierto espacio fraterno entre ellos.

Siento ahora que, en la animación pastoral, debemos marcar algunos énfasis o prioridades: favorecer la unidad con el Señor, la apertura y conversión al Evangelio; trabajar por la comunión eclesial a todos los niveles, y aún la ecuménica; trabajar por la justicia y la paz, acogida a los pobres en todas sus expresiones; los jóvenes, en especial aquellos que están en dificultad; la dimensión misionera y de evangelización; la pastoral vocacional, tanto de acrecentamiento de los que ya somos llamados como de las nuevas vocaciones, la cultura vocacional en general… Si permanecemos con este talante, el Señor nos irá mostrando otras necesidades y nos inspirará la forma de responder a ellas desde su misericordia.

En consonancia con esto, quiero comunicar que mantengo en todos sus cargos a los hermanos nombrados en este momento para los distintos servicios en la diócesis. El Señor y el diálogo constante con los hermanos nos irán inspirando los cambios necesarios de cara al futuro.

Cuanto tengo que agradecer al Señor por la familia que me ha concedido, aquí presente mi madre, mi padre unido a nosotros desde el cielo, mi hermana y cuñado, mi prima y esposo, mis amigos desde la infancia. De ellos he aprendido tantos valores, en particular el tesoro de la fe que ha sostenido y sostiene mi vida. Cuán importante es comunicar la fe en la familia, desde pequeño, como hacía mi madre, uniendo este anuncio a la ternura y amor incondicional que marcaba sus palabras en mi corazón. A mi pueblo Teulada que me ha arropado en todo y está hoy tan feliz por este paso que da uno de sus paisanos. La representa aquí su alcalde y Raúl, uno de sus concejales. A su párroco P. Vicente y el P. Pascual párroco anterior. Gracias por estar aquí hoy, por compartir conmigo este acontecimiento.

A las autoridades aquí presentes: Gracias también por estar aquí, quiero colaborar con ustedes en el servicio a la ciudadanía aquí en Alajuela y su Diócesis, en Costa Rica entera.

Hay unos invitados especiales a esta celebración, dos hermanos privados de libertad, en representación de todas y todos los demás. Nos alegra su presencia y la posibilidad de vivir juntos la misericordia de nuestro Dios que a todos renueva y dignifica. Gracias a todos los que han colaborado en los distintos ministerios en esta celebración, el coro mixto de la diócesis y de mi Congregación Amigoniana. A los seminaristas aquí presentes, esperanza vocacional para nuestra Iglesia. A todos los aquí presentes y a los que nos siguen por los distintos medios de comunicación muchas gracias. Les pido sus oraciones por mí y prometo estar orando por todos ustedes.

Desde el momento en que el Sr. Nuncio me comunicó el nombramiento como obispo por parte del Papa Francisco, he sentido una gran alegría, una gran responsabilidad y una gran confianza. Alegría porque es un encargo del Señor y de la Iglesia. Responsabilidad porque el Señor me confía la animación pastoral de toda una diócesis. Una gran confianza porque estoy convencido de que, si es el Señor el que me llama a este servicio, Él me dará su fuerza para llevarlo a cabo. No he podido más que asumir este encargo con la disponibilidad que el Señor me ha regalado siempre en mi trayectoria vocacional.

María, nuestra Madre Dolorosa, primera colaboradora en la Redención de Cristo; en su advocación del Pilar, la negrita de los Ángeles; San Juan Nepomuceno, patrono secundario de nuestra diócesis y San Felipe Neri cuya memoria celebramos hoy, tan inspirador para mí porque expresó la caridad de Cristo con los niños de la calle, intercedan siempre por nosotros en este nuevo caminar junto a tantas hermanas y hermanos que nos han precedido en una vida santa según la vocación a la que estamos llamados todos los cristianos.

+Mons. Bartolomé Buigues Oller, TC
VII Obispo Diocesano de Alajuela

Referencias en el caminar pastoral actual

II Sínodo Diocesano año 2000

Como culminación de un proceso pastoral en la década de los 90, Mons. Barquero convoca el II Sínodo diocesano de la Diócesis de Alajuela el 31 de mayo del 1998, donde comienza una fase presinodal que desemboca en la celebración del sínodo del 13 al 20 de febrero del año 2000.

El II Sínodo estaba dividido en 19 comisiones, abarcando todos los aspectos que la pastoral debe cubrir: Esas comisiones redactaron un documento de trabajo elaborando las propuestas para ser votadas. Participaron en el Sínodo 152 personas, varones y mujeres que votaron todas las propuestas sinodales. Enviado todo esto a Roma, se da el Nihil obstat, y se promulga el documento sinodal el 11 de junio, fiesta de Pentecostés, del año jubilar 2000, en el Polideportivo Monserrat (Alajuela).

La Asamblea Diocesana año 2013

En el año 2013, con Mons. Ángel a la cabeza, se realizó esta Asamblea con el objetivo de: Animar el quehacer de la Iglesia Diocesana de Alajuela desde la Palabra de Dios, la realidad social y a la luz del magisterio de la iglesia y en especial de la V Conferencia del episcopado latinoamericano en Aparecida para que, en un ambiente de comunión y de participación, se retomaran las prioridades pastorales diocesanas hacia un plan de pastoral de conjunto.

El proceso de Discernimiento Diocesano

Sin duda, el gran acontecimiento que ha marcado nuestro caminar en este tiempo ha sido la celebración del Centenario Diocesano el 16 de febrero del 2021. Desde la memoria agradecida a la actuación del Señor entre nosotros, nos hizo ver que, al inicio del segundo centenario y ante los notables cambios originados en el caminar de nuestra sociedad, junto con las iluminaciones recibidas por la Iglesia, requería una dinámica especial de discernimiento que nos permitiera escuchar al Señor y caminar en docilidad a su Espíritu, como Iglesia particular en estas tierras benditas.

En la I Carta Pastoral “Que todos sean uno para que el mundo crea”, Mons. Bartolomé constata que la pandemia por el Covid 19 “ha sido una gran fuente de desafíos, un catalizador de aspectos críticos que ya existían, ha provocado rupturas y nos está llevando a un momento clave para tomar decisiones. Ojalá comprendamos el momento presente para una buena decisión: abandonar situaciones caducas y abrirnos a lo nuevo que emerge”. Y también: “Nos desafía el Espíritu en los signos de los tiempos que percibimos en nuestra realidad y en la apertura al diálogo sinodal. ¿Qué nos está pidiendo el Señor, como comunidad diocesana de Alajuela, al inicio del segundo centenario? Retomemos el relato de nuestro caminar eclesial con las iluminaciones que hemos percibido. Encontremos el pulso del Espíritu para favorecer, juntos, las dinámicas que puedan testimoniar y canalizar la vida nueva que el Señor desea generar. (Carta Pastoral 155, 156, 166, 251).

Gran iluminación para nuestro Discernimiento Diocesano han sido estos dos acontecimientos eclesiales: la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe convocada por el CELAM y el Sínodo: “Por una iglesia sinodal: comunión, participación y misión” convocado por el Papa Francisco. Acogemos la sensibilización y el cambio de mentalidad que va originando el carácter sinodal de nuestra Iglesia y la invitación fuerte del Papa Francisco a situarnos en estado de misión; y las Propuestas pastorales y las Líneas de acción fruto del proceso realizado por la Asamblea Eclesial. Refleja bien, esto, la riqueza de la mutua iluminación entre el caminar de Iglesia universal y de nuestra Iglesia particular de Alajuela.

Aunque la convocatoria oficial se realizó mediante un decreto el 16 de febrero del 2022, en realidad este proceso de discernimiento comenzó desde la misma fecha de nuestro centenario diocesano, un año antes, y se anunció su comienzo en mi pasada Carta Pastoral, en la festividad de Pentecostés del 2021

Del decreto de convocatoria se deduce el propósito del Discernimiento:

Desarrollar un proceso de Discernimiento Diocesano, recorrido en sinodalidad, caminando juntos el pueblo de Dios en esta Diócesis, en la escucha del Espíritu, y dispuesto a la conversión personal, pastoral – misionera para descubrir y actuar lo que el Señor quiere de nosotros, ante los retos y desafíos del nuevo contexto sociocultural en el que nos encontramos.

Para preparar, impulsar y coordinar el proceso de Discernimiento Diocesano se constituyó un equipo, que emanaba del Consejo Diocesano para la Pastoral.

Se adoptó este lema general: “Transfórmense mediante la renovación de su mente, para distinguir la voluntad de Dios” (Rm 12,2). Aceptando la metodología de la planificación pastoral participativa, que ya nos había guiado en el II Sínodo Diocesano, se fijó el siguiente itinerario:

o Se dedicó el año 2021 a la sensibilización en general, para la buena acogida del proceso de Discernimiento.
o En el 2022 se trabajaron las etapas perceptiva y analítica. Enfocamos la percepción de nuestra realidad, a la par de la iluminación desde la Palabra de Dios y la doctrina de la Iglesia. Adoptamos el tema: “Signos de los tiempos”.
o En el 2023 se vivió la etapa proyectiva con el tema “Comunión misionera” y el lema “Que todos sean uno para que el mundo crea” (Juan 17, 21). Lema que fue ya del II Sínodo Diocesano. Hacia final de año se situaron las Asambleas Parroquiales y la Asamblea Diocesana.

La Asamblea Diocesana 2023

El proceso de Discernimiento Diocesano ha culminado en la Asamblea Diocesana, precedida de las Asambleas Parroquiales. La Asamblea es una instancia de comunión y consulta para revisar nuestra vida eclesial y propiciar una renovación espiritual y una experiencia fuerte de sinodalidad que lleven a impulsar la dimensión pastoral y misionera de la Diócesis. Participan representantes de todo el pueblo de Dios en nuestra Diócesis: laicos, vida consagrada, presbíteros.

Se ha fijado como objetivo como objetivo de esta Asamblea: Generar un espacio sinodal en el que poder compartir la visión sobre el caminar de la Diócesis y culminar el proceso de Discernimiento Diocesano para orientar la acción pastoral diocesana. Y como actitud básica: “Escucharnos para unirnos en la escucha del Espíritu”.

La Síntesis de los Aportes de la Asamblea consta de 14 criterios-líneas de acción, que se desglosan en otros tantos puntos. Se está trabajando ahora en la devolución al pueblo de Dios de este resultado para enriquecerlo y se ha encargado al Consejo Diocesano de Pastoral que organice e impulse la elaboración de un Plan Pastoral para la Diócesis.

INCLUIR AQUÍ EL DOCUMENTO SÍNTESIS DE LA ASAMBLEA

Sea este nuestro deseo convertido en constante oración: Ven Espíritu Santo, origina en nuestra Iglesia Diocesana de Alajuela un “nuevo Pentecostés” para renovar la fidelidad a nuestro Señor Jesucristo y encarnar sus designios de amor para nuestro mundo. Caminamos junto con María, nuestra Madre del Pilar, y su esposo San José.

PARA CONOCER MÁS…

Proceso pastoral década de los 90

Monseñor José Rafael Barquero da continuidad al proceso de recepción del Vaticano II en la diócesis. Impulsó un proceso diocesano de pastoral, que adquirió forma gracias al estudio de documentos que son el punto de referencia como: Evangelii Nuntiandi (1975), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992).

Se acentúa la promoción y formación laical, la revitalización o nuevo despertar de la pastoral. Se generan misiones diocesanas. En 1985 se opta privilegiadamente por las comunidades eclesiales de base y es así que, con la colaboración de los padres redentoristas en 1989, se organiza una Gran Misión diocesana, parroquia por parroquia, cuya meta era constituir pequeñas comunidades.

En 1991 se inició el proceso de planificación pastoral participativa recorriendo las diferentes etapas: perceptivo, analítico y evaluativo de la realidad diocesana en sus diferentes ámbitos tanto pastorales como administrativos.

La Comisión Diocesana de Pastoral, con la asesoría externa de la Casa de la Juventud de Colombia, puso a caminar el proceso de planificación. El equipo visita las parroquias de la diócesis para escuchar sus inquietudes. Los participantes producían pensamiento desde la acción, expresaban lo que sentían, daban una mirada popular de la realidad y de la Iglesia, una Iglesia que estaba escuchando, dialogante, que convertía a los bautizados en actores y protagonistas. La reflexión generó nuevos movimientos en la diócesis y originó un cambio paradigmático de la acción eclesial: la evangelización de la periferia al centro.
II Sínodo Diocesano (2000)

El caminar pastoral impulsado por Mons. José Rafael Barquero en la década de los 90, iba a desembocar en una Asamblea pastoral diocesana, que ya se había anunciado. Sin embargo, el Obispo, conjuntamente con el consejo pastoral, el equipo de reflexión y quienes habían venido participando en el caminar diocesano, deciden la convocatoria de un sínodo. Mons. Barquero convoca el II Sínodo diocesano de la Diócesis de Alajuela el 31 de mayo del 1998 y nombra los participantes, por áreas de trabajo, entre quienes habían estado en el proceso diocesano de pastoral.

Se identifican tres etapas: catequética e informativa en 1998; presinodal con la escogencia de temáticas y realización de las sesiones presinodales para revisar los contenidos ante su presentación en las sesiones solemnes en 1999; celebración del sínodo con 19 sesiones sinodales del 13 al 20 de febrero del año 2000.

El II Sínodo estaba dividido en 19 comisiones, abarcando todos los aspectos que la pastoral debe cubrir: el Obispo, Niveles de iglesia, Familia, Jóvenes, Pobres, Vocaciones, Cultura-educación, Medios de comunicación social, Misiones, Catequesis, Grupos y movimientos apostólicos, Pastoral social, Pastoral litúrgica, Pastoral presbiteral, Vida consagrada e inserción pastoral diocesana, Laicos, Curia diocesana, Estructuras Diocesanas de servicio pastoral, Ecumenismo y diálogo interreligioso. Esas comisiones redactaron un documento de trabajo elaborando las propuestas para ser votadas.

Participaron en el Sínodo 152 personas, varones y mujeres que votaron todas las propuestas sinodales. Asesoraba un equipo de consultores en derecho y eclesiología. Un Equipo de redacción dio forma final a las propuestas.
Cada capítulo contiene cuatro partes, la primera expone los desafíos o problemas detectados; la segunda es la iluminación de dichos desafíos, desde el dato revelado y el Magisterio Eclesiástico, la tercera contiene las respuestas a los problemas, como líneas pastorales y se agregan las disposiciones sinodales obligatorias en la diócesis.

Enviado todo esto a Roma, se da el Nihil obstat, y se promulga el documento sinodal el 11 de junio, fiesta de Pentecostés, del año jubilar 2000, en el Polideportivo Monserrat (Alajuela).

Todo se realizó en un ambiente de mucha comunión y alegría. Fue un momento realmente de Gracia para nuestra Diócesis.

La Asamblea Diocesana año 2013

En el año 2013, con Mons. Ángel a la cabeza, se realizó esta Asamblea con el objetivo de: Animar el quehacer de la Iglesia Diocesana de Alajuela desde la Palabra de Dios, la realidad social y a la luz del magisterio de la iglesia y en especial de la V Conferencia del episcopado latinoamericano en Aparecida para que, en un ambiente de comunión y de participación, retomemos las prioridades pastorales diocesanas hacia un plan de pastoral de conjunto.

En ella se definieron seis prioridades muy concretas con sus propuestas, metas y proyectos en las que, como Diócesis, se quiere fortalecer la acción pastoral: Niveles de Iglesia, Familia, Pobres, Jóvenes, Vocaciones y Catequesis.

Antecedentes del Discernimiento Diocesano

Incluso antes de comenzar la celebración de nuestro Centenario Diocesano ya pensaba yo, creo que, por inspiración del Señor, en la necesidad de un proceso de Discernimiento para orientar el caminar de nuestra Diócesis.

Esto decía en la carta motivación para la celebración del centenario que dirigía a la Diócesis: “Celebrar nos pide el compromiso de continuar hoy la narración, el relato iniciado hace casi 100 años, con la misma trama con la que lo hicieron los que nos precedieron en la fe y la comunión eclesial; y con la fidelidad creativa del Espíritu, que puede convertir en inspirada cada historia, la que comenzamos a construir nosotros.”

La pandemia que nos llegó en el 2020, me confirmó en esta necesidad. Estas son algunas de las ideas que compartí con la Diócesis en orientaciones pastorales del 29 de junio: “La crisis que vivimos es tiempo de conversión para todos, de cambio de mentalidad y de vida, es una oportunidad para evangelizar, una fuerte invitación a madurar y purificar nuestra fe. Esta emergencia está removiendo el fondo de las personas. Tarea prioritaria ahora es descubrir el movimiento de la gracia y activar espacios de escucha, escuelas de acompañantes, acompañar en la lectura de fe de nuestra realidad. Proponer al Señor y proponer la iglesia como hogar donde cobijarse de la intemperie existencial que vivimos.

Y estas el 21 de septiembre de ese mismo año: “Vivamos la situación actual de crisis, dolorosa en varios aspectos por la pandemia, como una realidad significativa, evocadora, estimulante, posibilitadora de perspectivas nuevas que pueden llevarnos a decisiones de gran alcance. La crisis es ocasión y posibilidad de crecimiento, suscita lo mejor de nosotros para dar respuesta a la nueva realidad. Tenemos que vivirla en actitud de conversión, abandonando tantas cosas caducas para abrirnos a lo nuevo que suscita el Espíritu.”

En la homilía de la misa de la celebración misma del centenario, 16 de febrero del 2021 decía: “A nuestra compleja realidad actual ya cargada de desafíos… se ha sumado la pandemia del COVID-19 que nos hecho experimentar de modo abrupto nuestra fragilidad y nos ha introducido en una dinámica de incertidumbre y perplejidad. ¿Puede la Iglesia seguir su camino como si se tratara de un incidente? Está en juego el modo de presencia de la Iglesia en un espacio público profundamente transformado. Es más necesario que nunca abrir espacios de escucha a la Palabra y a los hermanos, experiencias de sinodalidad que favorezcan un discernimiento sincero y profundo. Si actuamos así, lo que desde el punto de vista humano parece una desgracia y una catástrofe, desde el punto de vista evangélico y eclesial podrá ser un kairós… Reencontrémonos con el suelo firme que da seguridad a nuestros pasos. Dejémonos conducir por la novedad y creatividad del Espíritu que suscita lo nuevo y genuino.”

Por eso, finalizada la celebración centenaria, convoqué inmediatamente a este Discernimiento Diocesano.

La convocatoria y Motivaciones del Discernimiento Diocesano

Aunque la convocatoria oficial se realizó mediante un decreto el 16 de febrero del 2022, en realidad este proceso de discernimiento comenzó desde la misma fecha de nuestro centenario diocesano, un año antes, y se anunció su comienzo en mi pasada Carta Pastoral, en la festividad de Pentecostés del 2021: “Desde la alegría de ser ya una Diócesis centenaria, dando continuidad a esa corriente de agradecimiento al Señor, vamos a implicarnos en una dinámica de discernimiento para descubrir por dónde quiere Él guiarnos, qué quiere suscitar y favorecer en nosotros. Nos inspira el lema: “Transfórmense mediante la renovación de su mente, para distinguir la voluntad de Dios” (Cf. Rm 12,2).”

Las motivaciones están claras en las constataciones que realiza el decreto:

1. “Que la celebración del Centenario Diocesano nos lanza al reto de responder a las necesidades de los nuevos tiempos con profundo significado de ser y sentirnos Iglesia convocada para vivir y anunciar el Evangelio.
2. Que entre de los desafíos que podemos leer, como un signo de los tiempos, está el contexto de la presente pandemia; ésta nos ha introducido en una situación de crisis que nos cuestiona, ha provocado rupturas y nos está llevando a un momento clave para tomar las decisiones sobre el nuevo tipo de presencia por parte de la Iglesia, hacia un nuevo estilo de misión.
3. Que en toda la Iglesia se está experimentando la llamada del Espíritu situándonos en la línea del discernimiento sinodal, concretizado ya en los esfuerzos a nivel latinoamericano, donde hemos vivido una Asamblea Eclesial, retomando el documento de Aparecida para seguir iluminando el caminar de la Iglesia en nuestro continente. A nivel Universal, el Papa Francisco nos ha convocado a un nuevo Sínodo en torno al tema: Por una Iglesia sinodal, participación, comunión y misión. Estamos ahora finalizando la fase diocesana.
4. Que se constata ya, luego de un tiempo de sensibilización, una disposición positiva al discernimiento.”

Propósito. Equipo animador y Etapas del Discernimiento

También el Decreto de convocatoria expresa los siguientes propósitos:

a) “Un proceso de Discernimiento Diocesano que favorezca la comunión y el desarrollo de la misión eclesial.
b) Dar pasos en favor de una más plena sinodalidad, en los niveles de Iglesia, revisando los organismos diocesanos, vicariales y parroquiales para una participación más efectiva del pueblo de Dios.”

Podríamos formular así el propósito: Desarrollar un proceso de Discernimiento Diocesano, recorrido en sinodalidad, caminando juntos el pueblo de Dios en esta Diócesis, en la escucha del Espíritu, y dispuesto a la conversión personal, pastoral – misionera para descubrir y actuar lo que el Señor quiere de nosotros, ante los retos y desafíos del nuevo contexto sociocultural en el que nos encontramos.

Otro aspecto que ha estado siempre presente en el Discernimiento Diocesano es que desemboque en la elaboración de un Plan Pastoral para nuestra Diócesis, como un paso concreto para hacer operativo su resultado, aun teniendo claro que su perspectiva va más allá del mismo Plan.

Para preparar, impulsar y coordinar el proceso de Discernimiento Diocesano se constituyó un equipo, que emanaba del Consejo Diocesano para la Pastoral. Estos eran los integrantes: Pbro. Carlos Céspedes, Vicario General; Pbro. Javier Morera como Vicario Episcopal en un primer momento y después el Pbro. Elímar Carvajal que asumió después esa misma responsabilidad diocesana; Pbro. Ronald Murillo Vicario diocesano para la catequesis; Pbro. Jonatan Rojas, Vicario diocesano para la animación mmisionera, el kerigma y animación comunitaria; Pbro. José Alfredo Quesada; Pbro. Enrique Cortés y mi persona.

Se optó, desde el principio, por adoptar la metodología de la planificación pastoral participativa, que ya nos había guiado en el II Sínodo Diocesano y en el que se han preparado algunos de nuestros hermanos sacerdotes.

Fijamos así las tareas del Equipo Diocesano para el Discernimiento:

1. Proponer el cronograma del Proceso de Planificación Pastoral Participativa con sus etapas e interlocutores
2. Adaptar los instrumentos de las distintas etapas del Proceso de Planificación Pastoral Participativa a la realidad diocesana.
3. Proponer los espacios y mecanismos para la participación en el Camino de discernimiento diocesano.
4. Elaborar guías para los espacios de escucha y aportes
5. Hacer síntesis de los aportes de los distintos interlocutores

A partir de ahí, se fijó el siguiente itinerario:

o Se adoptó este lema general para el Discernimiento Diocesano: “Transfórmense mediante la renovación de su mente, para distinguir la voluntad de Dios” (Rm 12,2).

o Dedicamos el año 2021 a la sensibilización en general, para la buena acogida del proceso de Discernimiento.

o En el 2022 trabajamos las etapas perceptiva y analítica. Enfocamos la percepción de nuestra realidad, a la par de la iluminación desde la Palabra de Dios y la doctrina de la Iglesia. Adoptamos el tema: “Signos de los tiempos” y el lema: “Interpretan el aspecto del cielo, ¿y no comprenden el tiempo presente?” Lc 12, 54-56.

o En el 2023 trabajamos la etapa proyectiva con el tema “Comunión misionera” y el lema “Que todos sean uno para que el mundo crea” (Juan 17, 21). Lema que fue ya del II Sínodo Diocesano. Hacia final de año se situaron las Asambleas Parroquiales y la Asamblea Diocesana.